Las bases de datos centralizadas en la Web2 son un punto de acceso para los hackers. Descentralizar los datos en la Web3 elimina una importante vulnerabilidad para empresas como Uber
Uber es un elemento básico de la economía colaborativa, para bien o para mal, y un disruptor que en su día hizo temblar al espacio de la movilidad. Sin embargo, ahora a Uber la están tomando en serio. La empresa se enfrenta a una supuesta brecha de ciberseguridad de gran alcance. Según el gigante de la movilidad, el atacante no ha podido acceder a los datos sensibles de los usuarios, o al menos, no hay pruebas que sugieran lo contrario. Independientemente de que los datos sensibles de los usuarios hayan quedado expuestos, este caso señala un problema persistente con las aplicaciones actuales. ¿Podemos seguir sacrificando nuestros datos —y por tanto nuestra privacidad y seguridad— por la comodidad?
Web2, el país de los honeypots hackeables
El historial de violaciones de datos de Uber no es precisamente impecable. Justo en julio, el gigante de los viajes en automóvil reconoció haber ocultado una brecha masiva en 2016 que filtró los datos personales de 57 millones de clientes. En este sentido, el momento del nuevo incidente no podría haber sido peor, y dado el tiempo que se tarda en establecer los daños causados en este tipo de filtraciones, la magnitud total del suceso aún no se ha revelado.
La filtración de datos de Uber no es nada fuera de lo común: las aplicaciones Web2 son omnipresentes, cada vez más extendidas en nuestras vidas, y muchas de ellas, desde Facebook hasta DoorDash, también han sufrido filtraciones. Cuanto más proliferen las aplicaciones Web2 en el espacio del consumidor y más allá, más a menudo tendremos este tipo de incidentes a largo plazo.
El problema se reduce a la propia arquitectura de las aplicaciones construidas en Web2. A través de sus pilas tecnológicas centralizadas, crean naturalmente honeypots que contienen datos sensibles de los usuarios, desde detalles de pago hasta el comportamiento del consumidor. A medida que los usuarios canalizan más y más datos a través de varias aplicaciones de consumo, los hackers tienen más y más honeypots que perseguir.
La única solución real al problema es también la más radical: las aplicaciones de consumo deben adoptar la Web3, reestructurar sus arquitecturas de datos y pagos para garantizar a los usuarios más seguridad y privacidad, y dar la bienvenida a esta nueva era de Internet.
¿Qué aspecto tendría un Uber Web3?
La Web3 no significa necesariamente un cambio en las interfaces de las aplicaciones con las que interactuamos. De hecho, se podría argumentar que la continuidad y la similitud son claves para la adopción. Un Uber Web3 se vería y sentiría más o menos igual en la superficie. Tendría el mismo propósito y función general que las aplicaciones de transporte existentes en la Web2. Sin embargo, bajo la cubierta, sería una bestia muy diferente. Todas las ventajas de la Web3, como la gobernanza descentralizada, la soberanía de los datos y los modelos de monetización inclusivos —sistemas que distribuyen las ganancias de forma democrática— están diseñados bajo la superficie.
La Web3 se basa en la propiedad verificable. Es la primera vez que las personas pueden poseer de forma verificable activos, ya sean digitales o físicos, a través de la web. Esto se refiere a la propiedad del valor en forma de criptomonedas, pero en el caso del transporte en automóvil de Web3, también se refiere a la propiedad de sus datos y a la propiedad de las aplicaciones, las redes subyacentes y los propios vehículos.
En términos prácticos, un Web3 Uber permitirá a los usuarios controlar cuántos datos dan, a quién y cuándo. El Uber Web3 dejaría de lado las bases de datos centralizadas en favor de las redes entre pares. Las Identidades Autónomas —identificaciones digitales descentralizadas que se poseen y controlan— permitirían a las personas y a las máquinas tener pasaportes digitales descentralizados que no dependen de ninguna autoridad central para su correcto funcionamiento.
Los conductores y pasajeros podrían verificarse a sí mismos en la aplicación de transporte de la Web3 con su SSI de forma totalmente paritaria. También podrían elegir qué datos quieren compartir o vender y a quién, ejerciendo la plena propiedad sobre su información personal y su huella digital.
La gobernanza descentralizada supondrá otro cambio monumental. Significará que todas las partes interesadas, ya sean conductores, pasajeros, desarrolladores de aplicaciones e inversores, tendrán la capacidad de copropiedad, cogobierno y co-ganancia en todos los niveles, desde la infraestructura que alimenta la aplicación descentralizada (DApp, por sus siglas en inglés) hasta las complejidades de la propia DApp. Sería una aplicación de transporte por los usuarios, para los usuarios.
Imagina por un momento que las tarifas que cobra Uber fueran votadas por los conductores y pasajeros, y no dictadas por una sala de juntas en Silicon Valley. Pregúntale al próximo conductor de Uber qué opina de eso. Los usuarios, por su parte, podrán votar cosas como las subidas de precios en tiempo de catástrofe. Para los conductores de todo el mundo, el servicio de transporte en la Web3 significará que se les pagará de forma justa sin que un intermediario corporativo se lleve una parte.
La Web3 también permite un nuevo tipo de economía compartida, en la que cualquier persona, en cualquier lugar, puede ser propietaria de los vehículos utilizados por las aplicaciones de transporte o cualquier otro tipo de aplicación centrada en los vehículos a través de tokens no fungibles (NFT): tokens que representan la propiedad de los vehículos del mundo real. Las comunidades en las que operan estos vehículos podrán tener derechos de propiedad sobre esos mismos vehículos, lo que les permitirá votar sobre su uso y les proporcionará un flujo de ingresos. Cuanto más proporcionen estas máquinas cada vez más inteligentes bienes y servicios a la comunidad, más ganará esta. La Web3 está dando la vuelta al statu quo.
El cambio a Web3 en las aplicaciones de consumo abordará la causa fundamental de las brechas persistentes, eliminando la propia necesidad de los honeypots de datos centralizados sin complicar necesariamente las cosas a los usuarios. A pesar de que se trata de un enorme cambio de paradigma en sí mismo, la soberanía de los datos es solo una de las ventajas que tendría un Uber Web3 sobre el Uber Web2.
En el futuro, la blockchain se convertirá en algo tan poco visible como el funcionamiento interno de Google Pay, solo que totalmente accesible para aquellos que deseen verla. Será algo con lo que los usuarios interactuarán sin saberlo cuando pidan una pizza o pidan un viaje, pero será absolutamente fundamental para una sociedad más justa y democrática en la era digital.